Según la Wikipedia: «El curanto es un método tradicional milenario de cocinar alimentos en el archipiélago de Chiloé (Chile) usando piedras calientes enterradas en un hoyo, y cuya data más antigua de restos arqueológicos se remontaría a alrededor de 11.525 años.»
Tenemos un miembro en la familia al que le gusta mucho cocinar y, sobretodo, experimentar. Hace tiempo descubrió el curanto en hoyo, y hace unos días nos propuso liarnos la manta a la cabeza e intentar hacerlo… y a ello que nos pusimos!
No pretende ser esto, ni mucho menos, una guía para hacer curanto, pero si que nos gustaría explicaros los pasos que hemos seguido para llevarlo a cabo, así como los problemas o posibles mejoras que hemos descubierto, por si os animáis.
Materiales para hacer curanto
Para hacer curanto lo principal es disponer de un hoyo en la tierra, con una profundidad de unos 40-50 cm, piedras limpias del tamaño del puño, herramientas para hacer un buen fuego y, por supuesto, los alimentos que queramos cocinar. Se puede cocinar prácticamente cualquier tipo de alimento: marisco, carne, verduras, etc. Nosotros elegimos calabaza, pollo, un costillar de cerdo, patatas y cebollas dulces.
Puesta en marcha del curanto
El proceso es sencillo: colocamos las piedras en el fondo del hoyo y hacemos un buen fuego sobre ellas, de manera que se lleguen a poner al rojo vivo con el tiempo. Primero se pondrán negras, y después se pondrán blancas, en ese punto ya las tendríamos preparadas.
En ese momento hay que retirar todo lo que se haya generado del fuego, dejando solo las piedras. Colocaremos sobre ellas unas hojas grandes para que los alimentos no estén en contacto directo con las piedras. En Chile utilizan hojas de pangue, una planta originaria de allí cuyas hojas tienen un tamaño perfecto. Nosotros utilizamos acelgas, y la verdad es que hicieron un buen apaño.
Después de colocar todos los alimentos con sus correspondientes aliños habrá que taparlo todo con más hojas, a continuación unas telas grandes y, para terminar, se tapa todo con cuidado con tierra, de forma que nada pueda escapar. Imaginaos, de esta forma los alimentos se asan de una forma muy peculiar, sin dejar escapar sus sabores y manteniendo todo su jugo.
Al cabo de una hora y media habrá que retirarlo todo con mucho cuidado, y ya tendremos el festín preparado. Nos ha encantado el concepto del curanto, pues es perfecto para reuniones numerosas al aire libre, ya que todo el mundo puede colaborar de alguna manera.
Puntos clave a tener en cuenta
Tan solo tuvimos un problema con nuestro curanto, y es que a las carnes les faltaba un poco de cocción. Esto fue debido a que el fuego que se hizo sobre las piedras no era todo lo potente que debía haber sido, y éstas no estaban todo lo calientes que tenían que haber estado. Al ir echando tierra sobre las telas, e incluso después de taparlo todo, se debe apreciar como emanan los vapores, pero en nuestro caso apenas se veía. Ahí nos dimos cuenta de que faltaba potencia.
Conclusión
A pesar de los pequeños problemas, tenemos que reconocer que nos ha encantado la experiencia de hacer curanto. Además de una forma muy especial de cocinar, es una excusa genial para juntarse con buenos amigos y familia y pasar un buen día al aire libre.
Tenemos visitas en el blog desde Chile, y Sudamérica en general, así que seguro que algún lector o lectora de por allí nos puede dar algún consejo sobre el curanto :)