Ante todo queremos pedíros disculpas por la gran sequía de artículos que ha habido por aquí en estas últimas semanas. Ni mucho menos nos hemos olvidado de nuestra querida Casa con vistas, pero cuando no se puede, no se puede.
Volviendo al tema que nos ocupa, hace un par de semanas estuvimos de mini vacaciones en Barcelona (cuatro días de nada), una ciudad que me encanta, y que Mª Carmen no había tenido aún el placer de visitar.
Lo cierto es que es una ciudad que no defrauda, ni mucho menos. Aprovechamos para visitar clásicos como el barrio Gótico, la Sagrada Familia (impresionante), el Parque Güell, etc. Pero sin duda el gran descubrimiento de este viaje ha sido el barrio del Born, el cual no conocíamos ninguno del grupo, pero que nos encantó a todos.
Lo tiene todo: calles estrechas de adoquines, tiendecitas con estilo, bares auténticos (con precios algo más comedidos que en el resto de sitios que estuvimos), neblina romántica… bueno, esto último no creo que sea algo que esté todos los días, pero a nosotros nos vino de perlas para ambientar nuestro paseo vespertino.
Nos hemos quedado con ganas de más, así que seguramente no tardaremos mucho en repetir.