A pesar de lo que se suele pensar y lo que nos suelen servir en los restaurantes (incluso en restaurantes italianos), la auténtica carbonara no lleva nata.
Tampoco vayáis a pensar que somos unos expertos, ni tenemos familia (que sepamos) en Italia, pero investigando un poco y habiendo escuchado en varias ocasiones a Jamie Oliver, que aprendió casi todo lo que sabe de un maestro italiano, pues está claro que los ingredientes de la auténtica carbonara son huevo, pimienta negra, queso parmesano y bacon o panceta.
De hecho, parece ser que incluso el nombre carbonara viene de carbón, dado el aspecto que acaba teniendo la salsa después de echarle una buena cantidad de pimienta negra.
Para llevar a cabo una carbonara y poder acompañar el artículo con alguna imagen hemos decidido hacer unos penne, que son del estilo de los conocidos macarrones, pero rayados, más grandes y con el corte en diagonal.
Como hemos dicho, lo único que hace falta para elaborar estos ricos penne a la carbonara tan solo necesitaremos un huevo, un par de lonchas de bacon, queso parmesano rallado en el momento y mucha pimienta negra.
Mientras ponemos a cocer unos 160gr de penne (para dos personas), batimos el huevo en un bol y le añadimos una buena cantidad de queso parmesano rallado y pimienta negra. Más o menos hasta que nos quede una especie de crema espesa.
Cortamos el bacon en trozos pequeños y lo ponemos a dorar en una sartén mediana. Una vez que lo tengamos a nuestro gusto, retiramos del fuego y añadimos los penne, previamente escurridos, y mezclamos bien.
Ahora llega el momento clave, en el que debemos añadir a la pasta nuestra salsa carbonara, removiendo con rapidez, para que no se cuaje el huevo. Una vez esté bien mezclado, servirlo rápido en los platos y a comer, que se enfría!
Consejo: para que nos quede una salsa más cremosa, podemos añadir un poco del agua de cocción de la pasta al bol donde estamos elaborando nuestra salsa carbonara. Esto le dará suavidad y cremosidad.
Nota: si os gusta mucho la nata también podéis echarle un poco, que solo se vive una vez, pero os recomendamos que los probéis sin nata, para que veáis que ricos y ligeros quedan. Con la nata son mucho más pesados.